¿Sabes qué tenían en común Charles Darwin, Goethe y Marcel Proust, además de ser genios? Que se distraían demasiado fácilmente, eran anormalmente sensibles a los ruidos y necesitaban estar solos para poder trabajar.Marcel Proust, autor de la canónica En busca del tiempo perdido, raramente abandonaba su apartamento de una habitación en París y, mientras escribía, utilizaba tapones para los oídos, además de mantener las persianas cerradas y poner materiales aislantes en las paredes para que no se colaran sonidos desde afuera.Se podría suponer que la tendencia a distraerse fácilmente sería una especie de obstáculo en el trabajo creativo, sin embargo, un nuevo estudio sugiere que, al contrario, esta podría ser un componente clave en las mentes creativas.Ver también: Conoce la historia del hombre que recibió un golpe en la cabeza y se convirtió en un genioCreatividad y distracción Psicólogos y neurocientíficos de la Universidad de Northwestern, Estados Unidos, descubrieron que las... Leer más.
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